martes, 8 de diciembre de 2009

OPINIÓN


Piaget planteó una serie de etapas en el desarrollo del aparato cognitivo, que van desde la concreto hasta lo abstracto. Recordemos que la última etapa muy pocas personas la consiguen alcanzar, ya que esta depende de factores genéticos. La inteligencia es la facultad humana más mal repartida. Los geniales constructivistas tomaron estas etapas y creyeron que, si se establecía un proceso pedagógico que recuperara este proceso ontogenético, entonces el educando podría construir conocimiento. Entonces, al niño o adolescente se le pone en contacto con el objeto concreto (por ejemplo: un triángulo de madera) y de ahí el niño podrá crear el concepto de triángulo y, quizás, el teorema de Pitágoras. Jugando con chucherías, el niño creará conocimiento. De lo concreto a lo abstracto, sin nada previo. No obstante, ya Hegel, filósofo alemán, demostró que siempre debemos pensar así: abstracto-concreto-abstracto. O, dicho más fácilmente, sin conocimiento previo nadie puede crear nuevo conocimiento.